Bolivia ante un punto de inflexión: ocho candidatos, un país en vilo y el posible fin de una era

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Con una papeleta marcada por ausencias, fracturas internas y un empate técnico entre los favoritos, Bolivia se encamina hacia unas elecciones decisivas que podrían poner fin a dos décadas de hegemonía política y abrir las puertas a un nuevo ciclo histórico.

A tan solo cinco días de las elecciones generales, Bolivia se prepara para uno de los comicios más trascendentales de los últimos 20 años. Ocho candidatos presidenciales, todos hombres, se enfrentan en una contienda que, más allá de definir al próximo mandatario, podría marcar el cierre de una etapa política dominada por el Movimiento Al Socialismo (MAS) y el comienzo de una nueva era.

El contexto no es menor: el país acaba de celebrar su Bicentenario y los analistas coinciden en que estas elecciones son mucho más que una simple disputa entre izquierda y derecha. Para muchos, se trata de un enfrentamiento entre dos modelos históricos: la continuidad del progresismo tradicional que ha gobernado gran parte del siglo XXI y el posible retorno de una visión liberal asociada al pasado “neoliberal”.

La boleta electoral refleja el clima de tensión e incertidumbre: dos casillas están marcadas por ausencias. Una, la del partido Nueva Generación Patriótica (NGP), que se retiró tras el fallido intento de candidatura de Jaime Dunn. La otra, correspondiente a Morena, fuerza política liderada por la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, que también se desmarcó a última hora. Los votos emitidos en esas casillas serán considerados nulos, según aclaró el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Entre los postulantes activos figuran Andrónico Rodríguez (Alianza Popular), Pavel Aracena (ADN), Manfred Reyes Villa (Autonomía para Bolivia – Súmate), Jorge Tuto Quiroga (Alianza Libertad y Democracia), Jhonny Fernández (Alianza Fuerza del Pueblo), Eduardo del Castillo (MAS), Samuel Doria Medina (Unidad) y Rodrigo Paz Pereira (PDC).

Según la última encuesta de Spie SRL, publicada el 8 de agosto, Tuto Quiroga y Doria Medina lideran la intención de voto con un empate técnico: 24,45% y 23,64% respectivamente. El margen de error (+/- 2,2%) impide declarar un favorito claro. En tercer lugar aparece Rodrigo Paz Pereira con 9,10%, seguido muy de cerca por Manfred Reyes Villa (8,79%) y Andrónico Rodríguez (8,46%).

En los últimos lugares figuran Jhonny Fernández (2,44%), Eduardo del Castillo (1,83%), Pavel Aracena (0,33%) y Eva Copa (0,20%). Este bajo respaldo plantea riesgos para la continuidad legal de algunas fuerzas, aunque en el caso de Morena, su retiro evita la pérdida de personería.

Los expertos coinciden: el MAS ya no es el bloque monolítico de antes. La división entre sus figuras más visibles, como Del Castillo, Rodríguez y Copa, refleja una fractura interna que va más allá del oficialismo. “El fraccionamiento del bloque social popular es evidente”, señala el politólogo Jorge Richter. “Pero la oposición también llega sin una propuesta clara de país y con una incapacidad de conectar con las nuevas demandas sociales”.

Para el escritor y exvocal electoral Gonzalo Lema, la actual coyuntura es el síntoma más claro de un probable fin de ciclo. “Estamos ante un punto de inflexión. Es fundamental que los candidatos se comporten a la altura de las circunstancias y respeten el marco democrático”, advirtió.

Desde el TSE, sus autoridades han reconocido que se trata de un proceso “complejo y accidentado”. El vocal Tahuichi Tahuichi alertó sobre la falta de una ley de preclusión electoral, lo que deja abiertas posibles intervenciones judiciales que podrían incluso anular el proceso: “Mientras no se apruebe esa norma, la democracia boliviana está en vilo”, sentenció.

A pesar de las dificultades, el Tribunal avanza con el calendario electoral. El 13 de agosto se cierra el plazo para la modificación de candidaturas y un día antes de los comicios se publicará la lista oficial de habilitados.

Lo que ocurra este domingo podría definir no solo al próximo presidente de Bolivia, sino el modelo político que guiará al país durante la próxima década.

Fuente: El Deber

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