
Italia vivió este lunes una jornada de intensa movilización social. Una huelga general congregó a decenas de miles en más de 80 ciudades, impulsada por sindicatos para denunciar el «genocidio en Gaza» y apoyar la flotilla humanitaria Global Sumud. La medida, de 24 horas, afectó diversos sectores.
La Unión de Sindicatos de Base (USB) fue la principal impulsora del paro nacional. Desde la medianoche hasta las 23:00 horas, transporte público, escuelas, universidades y puertos italianos se vieron seriamente impactados, reflejando el amplio alcance.
En Roma, la manifestación fue multitudinaria. Con banderas palestinas y cánticos como «¡Palestina libre!», los manifestantes marcharon, logrando bloquear la estación Termini, principal nudo ferroviario. Policía estimó 20.000 asistentes; organizadores hablaron de 100.000.
El descontento con el gobierno de Giorgia Meloni fue palpable. Un manifestante, citado por La Repubblica, afirmó que la protesta era una «orden de despido para este gobierno cómplice», evidenciando la fuerte crítica. Muchos exigían romper relaciones con Israel.

La jornada no estuvo exenta de tensiones. En Milán y Boloña, la policía intervino con gases lacrimógenos para dispersar a manifestantes que intentaban bloquear puntos clave, derivando en violentos choques. En Nápoles, un grupo quemó fotos de Benjamin Netanyahu y Giorgia Meloni.
La USB ha sido voz activa en la causa palestina, apoyando a la flotilla Global Sumud. Sasha Colautti, del secretariado nacional de USB, destacó el «sentido del deber de estar aquí para denunciar lo que está sucediendo en Palestina: un genocidio que queremos detener».
La protesta también puso de manifiesto la postura del gobierno italiano. Mientras manifestantes exigían romper relaciones con Israel, la administración de Meloni ha declarado no reconocer un Estado palestino «por ahora». Esto contrasta con más de tres cuartas partes de los 193 miembros de la ONU.
Italia se alinea con Alemania y Estados Unidos en su oposición al reconocimiento palestino. La huelga general fue una expresión de solidaridad con Gaza y presión interna significativa sobre el gobierno de Meloni para que reconsidere su política exterior ante un conflicto de creciente indignación global.