Los conductores del transporte público viven bajo amenaza constante. La extorsión se ha convertido en una rutina mortal: bandas criminales cobran “cupos” mensuales y atacan con violencia a quienes se niegan. En lo que va del año, Lima suma más de 100 homicidios vinculados a este delito, mientras el Gobierno decretó estado de emergencia tras el aumento de asesinatos. Entre el ruido del tráfico y el miedo a no volver a casa, los choferes siguen conduciendo por necesidad más que por esperanza.
Fuente: La República – LR
