
Ismael «El Mayo» Zambada, uno de los fundadores del cartel de Sinaloa y durante décadas el narcotraficante más escurridizo y buscado de México, se declaró culpable de narcotráfico ante una corte estadounidense, marcando el final de una era en el crimen organizado.
Durante más de 40 años, Ismael Zambada García, conocido como «El Mayo», fue un enigma envuelto en leyenda dentro del narcotráfico mexicano. Fundador del poderoso cartel de Sinaloa y conocido por su bajo perfil, logró mantenerse libre mientras sus aliados caían uno a uno. Pero su historia cambió drásticamente el 25 de julio de 2024, cuando fue capturado en una operación que parece salida de una película: engañado por Joaquín Guzmán López, hijo de su viejo socio «El Chapo», y entregado a las autoridades estadounidenses.
Este lunes, el hombre al que nunca habían arrestado se declaró culpable de narcotráfico, lavado de dinero y sobornos ante una corte federal de EE.UU. También admitió haber pagado a políticos, policías y entidades bancarias para sostener su imperio. La fiscal general estadounidense, Pam Bondi, calificó el hecho como una “victoria histórica” y anunció que Zambada, de 77 años, pasará el resto de su vida en prisión. La sentencia fue programada para el 13 de enero de 2026, junto a una multa sin precedentes de 15.000 millones de dólares.
Zambada comenzó su carrera delictiva en los años 70 como miembro del cartel de Guadalajara. Posteriormente trabajó en el cartel de Juárez, donde consolidó alianzas con productores de cocaína en Colombia. Tras la caída de otros capos, emergió como figura clave en el cartel de Sinaloa, junto a «El Chapo» Guzmán, operando desde las montañas del noroccidente mexicano y manejando las rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos.

Lo que lo diferenciaba de otros narcos era su habilidad para mantener un perfil bajo. Casi no existían fotografías suyas, y se decía que cambiaba constantemente de lugar para evitar su captura. Su influencia también iba más allá del tráfico de drogas: impulsó un sistema de lavado de dinero gestionado por mujeres de su familia y controló empresas legales en sectores como la construcción, la ganadería y los servicios, según el Departamento del Tesoro de EE.UU.
Además, «El Mayo» se convirtió en una figura mítica para algunas comunidades rurales de Sinaloa, donde actuaba como benefactor, financiando fiestas patronales y obras públicas. Esa combinación de pragmatismo criminal, poder económico y carisma local lo convirtió en el «capo de capos», como lo llamaban en corridos populares.
Sin embargo, tras su sorpresiva captura, el cartel de Sinaloa se vio sacudido por una violenta lucha interna, con al menos 2.000 muertes registradas desde entonces. El liderazgo, antes centralizado en Zambada, se fragmentó entre las facciones que disputan el control del narcotráfico.
En su declaración judicial, Zambada evitó cooperar con las autoridades estadounidenses, según confirmó su abogado Frank Pérez, quien aseguró que su cliente no incriminará a otros ni brindará nueva información. Aun así, lo que ya ha dicho pone en riesgo a decenas de políticos, funcionarios y empresarios que, según múltiples investigaciones, mantuvieron la red de protección que sostuvo a uno de los narcotraficantes más influyentes del hemisferio.
Con la confesión de Zambada, se cierra un capítulo fundamental en la historia del narcotráfico moderno, aunque sus huellas, tanto en la política como en la cultura popular, seguirán presentes por mucho tiempo.
Fuente: BBC