El peronismo arrasa en Buenos Aires y complica la gobernabilidad de Javier Milei

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El contundente triunfo del peronismo en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires dejó a Javier Milei con una derrota política de alto impacto. Con más de 13 puntos de diferencia, el resultado fortalece a Axel Kicillof y reactiva al peronismo, mientras debilita al oficialismo libertario en medio de un clima económico adverso y una creciente presión institucional.

La provincia de Buenos Aires, corazón político y electoral de Argentina, se convirtió en el epicentro de una dura derrota para el presidente Javier Milei. Con el 99% de las mesas escrutadas, el frente peronista Fuerza Patria obtuvo un 47,2% de los votos, frente al 33,7% de La Libertad Avanza, ampliando a más de un millón de votos la diferencia entre ambas fuerzas. El resultado no solo sepulta la expectativa de Milei de «poner el último clavo en el ataúd del kirchnerismo», como había prometido, sino que compromete seriamente su capacidad de gobernar.

“Hoy hemos tenido una clara derrota y hay que aceptarla”, reconoció Milei en un mensaje cargado de tensión desde el centro de campaña en La Plata. Sin embargo, lejos de moderar su discurso, prometió redoblar la apuesta: “No se retrocede ni un milímetro en la política del Gobierno, el rumbo lo vamos a acelerar más”. La postura desafiante contrasta con la magnitud del revés y con el creciente desgaste que ya se hace visible en lo económico, lo institucional y lo político.

El golpe electoral se sintió con fuerza en los mercados. La cotización del dólar escaló a 1.470 pesos por unidad apenas iniciada la jornada del lunes, obligando al Gobierno a intervenir. Las acciones argentinas en Wall Street cayeron hasta un 16%, reflejando el desconcierto de los inversores. En paralelo, el equipo económico lucha por contener la presión cambiaria mediante medidas cada vez más drásticas: subas de tasas al 80%, aumento de encajes bancarios y venta de dólares del Tesoro.

Pero la derrota de Milei no solo se explica por el poder territorial del peronismo. El oficialismo también pagó un alto costo por sus propios errores. La filtración de audios comprometedores sobre supuestos manejos irregulares en la compra de medicamentos para discapacitados salpicó directamente a Karina Milei, hermana del presidente y figura central del Gobierno. La exposición pública de conversaciones privadas la dejó políticamente expuesta y debilitó el núcleo duro libertario en plena campaña. La estructura montada en Buenos Aires bajo su dirección electoral terminó en fracaso.

En contraste, Axel Kicillof emergió como el gran ganador de la jornada. Su decisión estratégica de separar las elecciones provinciales de las nacionales, pese a la oposición inicial de Cristina Kirchner, terminó siendo un acierto. Rodeado por intendentes y referentes peronistas, el gobernador celebró el triunfo con un mensaje directo al presidente: “El mensaje de las urnas es que no podés gobernar para los de afuera, para los que más tienen. Milei: tenés que gobernar para el pueblo”.

La victoria de Kicillof también reconfigura el mapa interno del peronismo. Lo posiciona como potencial candidato presidencial para 2027 y como figura principal de la oposición. Buenos Aires, que concentra el 40% del padrón nacional, le da un peso político imposible de ignorar dentro y fuera del partido. El liderazgo que empieza a construir se impone sobre intentos anteriores de formar una “liga de gobernadores” federales, dejando en claro que el peronismo con base bonaerense vuelve a ser el eje del bloque opositor.

En el Congreso, la derrota libertaria ya se traduce en hechos concretos: la oposición logró revertir un veto presidencial y avanza en leyes que limitan el uso de decretos. El escenario anticipa una etapa de mayor confrontación legislativa y crecientes obstáculos para la Casa Rosada. En este contexto, la segunda mitad del año se perfila cuesta arriba para Milei, con la segunda vuelta nacional prevista para el 26 de octubre como nuevo punto crítico en el horizonte.

La jornada electoral del domingo no solo redefinió el equilibrio de fuerzas en Buenos Aires, sino que dejó expuestas las debilidades de un Gobierno sin alianzas, sin mayoría y sin margen de error. Milei apostó a una cruzada personal contra el sistema y perdió en el territorio donde más lo necesitaba. Ahora, con la economía bajo presión y la política en contra, deberá recalcular si quiere sostener su proyecto más allá del voluntarismo. El peronismo, mientras tanto, ha vuelto a mostrar que en Argentina nunca se lo puede dar por muerto.

Fuente: El País 

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