Eva Copa abandona la carrera presidencial y Evo Morales promueve el voto nulo: la izquierda boliviana se fractura aún más

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La salida de Eva Copa de la contienda electoral y el llamado de Evo Morales al voto nulo profundizan la crisis de la izquierda boliviana a menos de un mes de los comicios. La decisión de la alcaldesa alteña, atribuida a acoso político y pugnas internas en Morena, coincide con la ofensiva del evismo para desacreditar el proceso electoral y cuestionar la legitimidad del futuro gobierno.

La renuncia de Eva Copa a su candidatura presidencial, anunciada en una entrevista radial, marca un punto de inflexión en el ya fragmentado bloque de izquierda. La alcaldesa de El Alto argumentó que su partido, el Movimiento de Renovación Nacional (Morena), fue blanco de acoso externo y sabotaje interno por parte de infiltrados con intereses ajenos. “Vinieron a desestabilizar”, denunció.

El anuncio oficial del retiro de Morena se realizará en las próximas horas, pero la decisión fue tomada en una reunión reservada en El Alto. Con ello, la izquierda pierde una figura joven que representaba una alternativa al evismo y al oficialismo tradicional.

En paralelo, el expresidente Evo Morales, quien no figura en la papeleta del 17 de agosto, lanzó una campaña por el voto nulo desde su programa radial, exigiendo a sus bases asistir a las urnas pero rechazar a todos los candidatos. La estrategia se implementa con la apertura de Casas del Voto Nulo en distintas regiones, con Santa Cruz como punto de partida.

Desde la oposición y analistas políticos advierten que Morales busca deslegitimar las elecciones y dejar en entredicho al próximo gobierno. El politólogo Franco Gamboa calificó esta postura como un “sabotaje sistemático”, mientras que otros analistas señalan que Morales intenta mantener presencia política aún fuera de la contienda.

Algunos sectores del evismo incluso proponen acciones radicales como la quema de ánforas, lo que ha encendido las alertas sobre posibles brotes de violencia el día de la votación.

Mientras tanto, desde el Gobierno y el oficialismo, se insiste en un llamado a la unidad del campo progresista. Sin embargo, la fractura parece cada vez más profunda y sus efectos podrían extenderse hasta las elecciones subnacionales de 2026, donde los partidos de izquierda tendrán que reorganizarse o resignarse a su pérdida de protagonismo.

Fuente: El Deber

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