
La sorpresiva aparición del expolicía Edman Lara como candidato a la vicepresidencia por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) ha desatado un vendaval de cuestionamientos en el tablero político boliviano. Su cercanía con sectores vinculados al MAS —en especial al ala “evista”—, y la presencia de figuras afines al oficialismo en las listas del PDC, han sembrado dudas sobre el verdadero papel que juega esta fuerza política.
La irrupción del expolicía Edman Lara como vicepresidenciable del Partido Demócrata Cristiano (PDC) ha generado una inesperada sacudida en el escenario electoral boliviano. Mientras algunos sectores lo presentan como un outsider dispuesto a combatir la corrupción, sus acercamientos con figuras del Movimiento al Socialismo (MAS) y las polémicas en torno a las listas de candidatos del PDC han encendido alertas en varias regiones del país, especialmente en Santa Cruz.
La alarma se activó el pasado 21 de agosto, cuando Lara participó en un ampliado de la Federación de Transportistas 16 de Noviembre, acompañado por organizaciones gremiales, mototaxistas y sociales. En ese acto recibió el respaldo público del concejal del MAS, José Quiroz. Las imágenes de ese encuentro se viralizaron, generando incomodidad incluso entre simpatizantes del PDC.
Pero el mayor punto de quiebre vino de Evo Morales. En declaraciones posteriores a los comicios del 17 de agosto, el expresidente fue directo: “No es que Rodrigo Paz ha ganado. Yo diría que ha ganado el capitán Lara”. Para algunos, fue una confesión abierta del apoyo evista a su candidatura. El diputado del ala evista, Héctor Arce, fue aún más explícito: “Algunos hermanos han votado por él porque enarbola ser el gran luchador contra la corrupción. Eso no vamos a ocultar”.
Las sospechas no se limitan a los discursos. Varias figuras incluidas en las listas parlamentarias del PDC tienen antecedentes de cercanía con el MAS. Es el caso de Constancio Gutiérrez Catacora, electo diputado por La Paz, conocido por su participación con los “ponchos rojos” en respaldo al presidente Luis Arce en 2023. Otro caso llamativo es el del senador electo Nicanor Cochi Condori, quien defendió públicamente al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, y respaldó políticas clave del oficialismo.

También figura Edgar Manolo Rojas Paz, exabogado de Maximiliano Dávila y Gabriela Zapata —ambos envueltos en casos de alto perfil—, y Ruth Aguilera Piloy, inscrita en el padrón del MAS en Pando. La candidatura de Diego Ávila Navajas, hermano de un exalcalde vinculado al masismo en Tarija, refuerza los cuestionamientos sobre la coherencia ideológica de las postulaciones del PDC.
En Santa Cruz, donde el rechazo al MAS es particularmente fuerte, la candidatura de Lara ha chocado con una población sensible a cualquier vínculo con el oficialismo. El enfrentamiento con el periodista Carlos Valverde intensificó el malestar. La Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB) y la Asociación de Periodistas de Santa Cruz emitieron pronunciamientos criticando el tono “beligerante” de Lara, a quien acusan de no responder con claridad a las acusaciones.
Lara no respondió a los requerimientos de prensa de EL DEBER, aunque en una entrevista con Red Uno minimizó las denuncias, atribuyéndolas a una “guerra sucia” orquestada por Tuto Quiroga.
El analista político Franco Gamboa advierte que figuras como Lara pueden convertirse en piezas clave dentro del ajedrez político, pero también en elementos de inestabilidad. “La vicepresidencia en América Latina tiene un potencial de poder considerable. Puede actuar como un complemento del Ejecutivo o, en casos extremos, como un factor de fractura”, afirmó.
En este contexto, el llamado “factor Lara” no solo plantea preguntas sobre la autenticidad del PDC como fuerza opositora, sino también sobre el papel que jugará en un sistema político marcado por la desconfianza, los pactos implícitos y la fragmentación ideológica. En Santa Cruz, en particular, el electorado exige transparencia. Y en el resto del país, se observa con cautela un fenómeno que puede reconfigurar el tablero electoral con más ruido que certezas.
Fuente: El Deber