La guerra de la mafia balcánica estalla en Bolivia con una cadena de asesinatos y ajustes de cuentas

Compartir

Una ola de crímenes con sello internacional sacude Santa Cruz de la Sierra, mientras medios extranjeros alertan sobre una guerra interna de la mafia de los Balcanes por el control del narcotráfico en Bolivia. La captura de un capo serbio en Paraguay, el hallazgo de tres cadáveres y la presencia de redes criminales europeas en Sudamérica marcan un nuevo capítulo del crimen transnacional.

El crimen organizado internacional ha puesto sus ojos en Bolivia, y Santa Cruz se ha convertido en escenario de una silenciosa pero violenta disputa que, según medios internacionales, forma parte de una guerra interna de la mafia de los Balcanes. El conflicto, alimentado por ajustes de cuentas relacionados con el tráfico de drogas, ha dejado una secuela de asesinatos, secuestros y una creciente alerta en las autoridades regionales.

Aunque el Gobierno boliviano aún no ha confirmado oficialmente la presencia activa de estas organizaciones, los hechos ocurridos en las últimas semanas apuntan a una peligrosa infiltración. El 13 de agosto, tres ciudadanos europeos —dos serbios y un macedonio— fueron hallados sin vida en una casa del barrio Petrolero Norte, en Santa Cruz de la Sierra. Los cuerpos, envueltos y ocultos, revelaron un mensaje mafioso propio de organizaciones criminales que operan bajo códigos de ejecución.

La Fiscalía identificó a las víctimas como Dejanço Lazarevski, Miljan Gjeki y Vanja Miloševi, todos con antecedentes o nexos sospechosos con el narcotráfico. Investigaciones preliminares señalan que estos individuos habrían estado encargados de adquirir cocaína en Bolivia y transportarla hasta Brasil, donde supuestamente el capo Luka Starcevic la enviaba a Europa con apoyo logístico del Primeiro Comando da Capital (PCC), el grupo criminal más poderoso de Brasil.

Starcevic, nacido en Belgrado y conocido en los círculos criminales como el “embajador” de la mafia de los Balcanes en Sudamérica, fue detenido el 26 de agosto en Paraguay, cuando intentaba cruzar ilegalmente hacia Bolivia por el paso fronterizo de Cañada Oruro, en Villa Montes. Llevaba un documento argentino falso con el nombre de Lisandro Emanuel Larre. Según informes de prensa de Paraguay y Argentina, su objetivo era intervenir directamente en la disputa interna de su organización, que se habría fracturado tras la caída de Sebastián Marset, el narco uruguayo que dejó un vacío en el negocio local.

Medios como ABC Color y La Nación han seguido el rastro de Starcevic, cuya historia refleja el nivel de sofisticación y violencia con que opera la mafia balcánica. De delincuente menor en Serbia, se convirtió en una pieza clave del Clan de Kotor, especializado en importar cocaína desde Sudamérica hacia Europa. En 2015 fue acusado del asesinato de su propio jefe, Goran Radoman, para asumir el control del nexo sudamericano de la organización. Fingió su muerte para escapar y se instaló en Brasil, donde tejió alianzas estratégicas con el PCC.

Aunque fue capturado en 2020 con una identidad croata falsa, logró salir libre en 2023 por errores judiciales, lo que le permitió refugiarse en Argentina. Su detención reciente en Paraguay detuvo, por ahora, sus intentos de reorganizar una facción criminal que se mueve con impunidad entre Bolivia, Brasil, Paraguay y Europa.

Mientras tanto, en Bolivia, las autoridades reconocen que emisarios de redes internacionales buscan posicionarse en el país. El ministro de Gobierno, Roberto Ríos, advirtió que estos grupos ven a Bolivia como un punto estratégico tras la desarticulación parcial de otras estructuras. A pesar de la gravedad de los hechos, la respuesta oficial sigue siendo cautelosa, mientras la violencia de las mafias extranjeras parece ganar terreno.

El crimen organizado balcánico, con ramificaciones que cruzan continentes, ha instalado su conflicto interno en territorio boliviano. Las ejecuciones, los documentos falsos, los vínculos con el narcotráfico y las capturas confirman que la disputa ya no es solo europea. La guerra por la cocaína ha encontrado en Bolivia un nuevo frente, y su desarrollo podría marcar un antes y un después en la seguridad regional.

Fuente: El Deber 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

advanced-floating-content-close-btn