
En plena ola de calor, España enfrenta una combinación explosiva: altas temperaturas, vientos secos y tormentas secas, un fenómeno meteorológico que ha contribuido significativamente a la propagación de incendios forestales en distintas regiones del país.
Las temperaturas extremas que azotan a España esta semana han creado un escenario de alto riesgo para la expansión de incendios forestales. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) emitió alertas rojas por calor extremo en zonas como Sevilla y Córdoba, donde los termómetros podrían alcanzar los 44 °C. Pero más allá del calor sofocante, hay otro factor que preocupa especialmente a los expertos: las tormentas secas.
Este tipo de tormentas, explican los meteorólogos, se caracterizan por la presencia de descargas eléctricas sin lluvias efectivas. Aunque se generan condiciones para que llueva, el aire extremadamente caliente y seco cerca del suelo hace que la precipitación se evapore antes de tocar tierra. Lo que sí alcanza el suelo son los rayos, y cuando estos impactan en vegetación reseca, pueden provocar incendios en cuestión de segundos.
Según José Luis Camacho, portavoz de Aemet, estas tormentas “hacen que el fuego se origine en poco tiempo, se propague rápido por el viento y, si el lugar es inaccesible, que los medios de extinción tarden en llegar”. Así ocurrió en varios focos registrados esta semana, como el incendio en Tres Cantos, cerca de Madrid, donde el clima seco y los vientos dificultaron enormemente la labor de los bomberos.

Las tormentas secas son especialmente peligrosas porque, a diferencia de un incendio de origen humano, pueden provocar múltiples focos de fuego de manera simultánea, incluso en zonas remotas o de difícil acceso. El meteorólogo Dmitri Kalashnikov, autor de un estudio sobre el fenómeno, señala que estas igniciones múltiples hacen que los incendios sean mucho más difíciles de controlar.
El escenario se agrava aún más cuando se suman otros elementos como altas temperaturas en superficie, sequedad en las capas bajas de la atmósfera y humedad en las capas medias, condiciones que han sido observadas en buena parte del territorio español durante este verano.
Los expertos advierten que, cuando el terreno ha estado sometido a un clima cálido y seco por períodos prolongados, pequeñas precipitaciones no bastan para humedecer la vegetación ni para reducir el riesgo de incendios provocados por rayos. De hecho, se considera que una tormenta eléctrica es “seca” cuando deja menos de 2,5 mm de lluvia.
Mientras continúe la ola de calor, que según Aemet podría extenderse hasta la próxima semana, el riesgo de incendios alimentados por tormentas secas seguirá siendo elevado. Las autoridades llaman a extremar precauciones y a mantenerse atentos a las alertas meteorológicas, en una temporada que ya ha mostrado el poder destructivo de este fenómeno poco visible pero altamente inflamable.
Fuente: BBC