
El calor abruma y la espera se hace eterna en Saavedra, donde decenas de productores agroindustriales duermen en sus vehículos desde hace más de dos semanas para conseguir diésel. Sin este combustible, vital para mover maquinaria pesada, la zafra está en riesgo. La situación afecta de lleno al Norte Integrado de Santa Cruz, el corazón agrícola de Bolivia, que enfrenta una crisis que podría traducirse en millonarias pérdidas.
Como ella, cientos de productores y transportistas aguardan pacientemente que llegue el combustible. Las filas de tractores, camiones y cisternas ya forman parte del paisaje en municipios cañeros como Minero, Chané y Saavedra. La falta de provisión de diésel por parte de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) mantiene paralizadas las labores agrícolas en una región clave para la economía del país.
Antonio, productor de soya y transportista, lamenta el abandono de las autoridades. “No hacen nada. Los productores no podemos estar tirados en la carretera, dejando el campo sin atender”, reclama desde su camioneta.
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El Norte Integrado, que incluye las provincias de Obispo Santistevan, Ichilo, Warnes y Sara, es el principal polo agroindustrial de Bolivia. De allí salen los mayores volúmenes de soya, maíz, arroz, sorgo y caña de azúcar. En la campaña de invierno de 2024, solo la soya ocupó 382.550 hectáreas, con una producción estimada de 800.000 toneladas. La zafra cañera, fundamental para abastecer a los ingenios y al mercado interno de azúcar, está comprometida por la falta de diésel.
Jorge, un productor de Chané, lo resume con resignación: “Ya estoy en la cabecera de la fila, pero esta espera me costó dos semanas. Eso es retraso en la zafra. Si no se corta a tiempo, se pierde. Y si se pierde este año, la próxima cosecha rinde menos. Es un daño acumulado”.
Las imágenes de turriles vacíos alineados en Aguaí o de tractores estacionados por días enteros reflejan una crisis logística que pone en riesgo no solo la cosecha, sino también el futuro de muchos pequeños y medianos productores. La respuesta estatal, hasta ahora, ha sido insuficiente o nula, según denuncian desde el sector.
Mientras tanto, el tiempo corre, la caña madura sin ser cortada y el “granero de Bolivia” enfrenta, una vez más, una zafra al borde del colapso.